Cierto es, que aveces la soledad
trae consigo agua dulce de un lago
escondido entre ideales y verdes túmulos.
Como dejando un inquieto deseo de una doble ración.
Sin embargo, por mas que se maquille y la vistamos
de colores festivos, la soledad no deja de ser
aquel instinto perdido que obliga a la duda y a desfilar
por disolverlas.
Entre encrucijadas y derivas el hombre es un sueño de su
pesadilla, y la pesadilla de su propio ideal:
la bestia esgoista de closet.
domingo, 27 de junio de 2010
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