Y hay días que solo despiertas. Como un testigo, como un fantasma; contemplando la vida, convaleciente de las muertes ajenas. Oyendo los gritos de la vida que no quiere solo pasar, gemidos que se aferran a no estar fríos, vacíos, voces que solas cantan. Son diálogos inconclusos, imposibles de terminar, son almas turbadas y cuerpos inconsolables.
Yo escucho, ¿tu escuchas?
jueves, 1 de abril de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario