miércoles, 3 de febrero de 2010

Y aveces es simplemente mejor no mirar.

Ohh pero nuestra naturaleza es cruel y curiosa, bendita historia esta que nos mueve a ser estúpidamente nostálgicos y convencernos a fuerza de patadas que algunas cosas simplemente fueron.

Cierro los ojos y sueño despierto. Qué mas puedo hacer, ahora, somos lo que somos y estamos donde estamos. Cómo lidiar con este mal hábito de pensarte sin tenerte.

Hay tantos pretextos para ser feliz, tantos kilómetros para sonreír... pero somos tontos nostálgicos por un pasado, una historia, o en veces menos afortunadas: varios pasados, varias historias.
...
Solo y embriagado de sentencias viscerales que viajan en la mochila hace varios momentos, me busco aquí. Porque han de saber que la vida a diferencia de las ciencias exactas usa los momentos como unidad de tiempo y éstos se acompañan de adjetivos como eternos, duros, entrañables, intensos, pasivos, vivos, muertos,... contigo.., sin ti.

De modo que si ahora digo que viajamos millas de momentos, podéis entender lo que digo. Pero, como sea, aún aquí,  viviendo tanto, sigo buscando siempre por debajo de la mesa quien ocupe ese espacio que se que existe desde que lo dejaste vacío y que hasta hoy momento he exitosamente fallado.

El remanente es la premisa que esta soledad no viene absolutamente del exilio forzado y obligado, sino del hecho de la obligada presencia de las conjugaciones del tercero del singular, ese nuevo singular que ahora llena tus abrazos y se ha mudado a tu almohada. Ese singular que hoy es un tú para ella y ayer era yo para ti.